Las texturas infiltrativas resultan de la precipitación de la mena a partir de disoluciones que infiltran o percolan un cuerpo o sustrato rocoso; en general, se pueden describir como texturas de impregnación, normalmente porosas. Se trata de un concepto muy general, en el que caben procesos hipogénicos y supergénicos y mecanismos de precipitación variados, como relleno de poros y vetillas (Figs. 43.10.a, b, g, h) o reemplazamiento selectivo por disolución del sustrato y precipitación de minerales de neoformación (Figs. 43.10.c, d, e, f). El término infiltración ha sido empleado por Korzinskii (1970) para designar un tipo de metasomatismo, el más efectivo como alternativa a la difusión a partir de un fluído estacionario. Pero también puede tener otras acepciones y cabría aplicarlo, in extremis, incluso a procesos como los descritos en la zona de cementación supergénica u otros. Aunque las evidencias texturales son similares, en este texto se ha optado por restringir el concepto y referirlo a procesos genéticos, habitualmente descendentes, no identificados por otros términos más específicos. Así se habla, por ejemplo, de concentraciones infiltrativas de óxidos de Fe y Mn, kársticas, lateríticas (Figs. 43.10.g-h), etc.