Presión y Disolución

En determinadas condiciones de presión, temperatura e intensidad de deformación (normalmente en condiciones epizonales o de facies esquistos verdes de metarmorfismo regional y con deformaciones de intensidad moderada) pueden predominar los mecanismos de presión-disolución, que activan la disolución de la mena en los puntos de cada grano sometidos a mayor presión, como reacción para restablecer el equilibrio perturbado por la deformación (Figs. 43.12.a, b, c). Los componentes disueltos pueden ser evacuados en disolución, pero frecuentemente precipitan en zonas inmediatas en las que la presión es menor. Se habla de cristalización resguardada o en colas de presión (Figs. 43.12.h, i) cuando la precipitación se produce en el entorno de un clasto o grano rígido, precisamente en los extremos no enfrentados a la presión dirigida o protegidos de ésta (sombras de presión). Se habla de transferencia por disolución cuando el material disuelto se moviliza y es transportado hacia zonas en que la menor presión hace posible su cristalización, ya sea sobre núcleos cristalinos o granos pre-existentes, ya como minerales enteramente neoformados (Figs. 43.12.d, e, f, g).

La movilización puede cubrir distancias muy variables, desde la micro- hasta la mega-escala, pero en cualquier caso puede reconocerse el proceso al microsopio por la presencia de relictos de  disolución de los granos primitivos y por las evidencias de deposición controlada por la orientación (cristalización resguardada) en las fases neoformadas; si la precipitación se produce cuando ya se ha reducido la presión, pueden desarrollarse nuevos cristales o agregados que cortan la esquistosidad o la engloban. Desde el punto de vista geométrico, resulta en general una elongación o extensión de los granos (y, en general, de los cuerpos mineralizados), que puede ser muy pronunciada, en dirección transversal al esfuerzo principal, así como un adelgazamiento en dirección paralela a éste (Figs. 43.12.a, .h).