La interpretación de texturas coloidales ha sido a menudo polémica, por combinar frecuentemente rasgos primarios y modificados y porque algunas de ellas pueden generarse por procesos diferentes. En principio, como texturas primarias, evidencian un relleno de espacios abiertos, cavidades o fracturas, lo que explica su presencia entre las texturas de relleno hidrotermal. Sin embargo, su escasa o nula cristalinidad hace que sean inestables, por lo que espontáneamente desarrollan en general una marcada tendencia a la cristalización, lo que las convierte, habitualmente, en texturas modificadas que han recibido el nombre de metacoloides.
Según Ramdohr (1980), habitualmente los materiales naturales son metacoloides por ser metaestables todos los productos de precipitación coloidal. Por ello, opina que las texturas metacoloidales deberían considerarse primarias cuando adquieren su carácter cristalino inmediatamente después de la precipitación. No obstante, en atención a los planteamientos expuestos, aquí se tratarán como modificadas cuando se aprecie netamente la cristalización, manteniendo el criterio original de Grigoriev (1928).
Las condiciones de formación son otro asunto discutible. Tradicionalmente se atribuían las texturas coloidales a precipitaciones de un gel a baja o muy baja temperatura, pero actualmente se interpretan más bien como resultado de una fuerte sobresaturación (debida, típicamente, a un desequilibrio repentino, p. ej. por ebullición o fracturación y pérdida de presión en contexto epitermal), que causa una precipitación masiva, muy rápida, incluso a temperaturas relativamente altas. Ello no invalida, para otros casos, la interpretación tradicional.
¿Cómo se reconocen las texturas coloidales? Algunos criterios básicos, ligados a su génesis, permiten reconocer las texturas coloidales primarias:
- Contornos esferoidales, explicables por efecto de la tensión superficial en fases líquidas (texturas botrioidales, esferulíticas, reniformes, etc.):
- Baja o nula cristalinidad, explicable por la baja temperatura y sus efectos sobre la cinética química o, a alta temperatura, por una fuerte sobresaturación, causa de una precipitación inmediata, masiva, que no da tiempo a la ordenación cristalina del material precipitado:
- Bandeado de color (bandas de difusión o anillos de Liesegang), a menudo dibujando estructuras concéntricas. Se interpreta, con apoyo experimental, como resultado de la difusión de un electrolito en un gel:
Algunas modificaciones frecuentes son:
- Grietas de contracción, debidas a la deshidratación del depósito original, como se observa en los geles de laboratorio y, esporádicamente, en algunos depósitos minerales:
- Re-estructuración post-deposicional, que se traduce habitualmente en una peculiar cristalización secundaria, con desarrollo sobre la masa afanítica de cristales prismáticos o columnares, a menudo en disposición radial y perpendiculares a los contornos esferoidales, atravesando varias bandas coloreadas, sin interrumpirlas. Estas texturas no son explicables por relleno primario: implican re-equilibrio (cristalización) de un depósito pre-existente, amorfo o criptocristalino.